La historia de la tumba Desde la cima del monte de los Olivos se ve algo muy interesante en Jerusalén, y es una colina tallada con capas de tumbas, hacía el oeste. En la época medieval se volvió popular un estudio del fin de los tiempos entre los judíos que no aceptaban a Jesús como el Hijo de Dios, el Mesías, que ya había venido al mundo. "4 Cuando llegue ese día, Dios mismo luchará contra esas naciones. Pondrá su campamento en el Monte de los Olivos, que está al este de Jerusalén." Zacarías 14:4 A medida que más personas se tomaban este versículo más seriamente, comenzó a aumentar el número de tumbas al oeste del Monte de los Olivos. Esto se debió a que las personas creían que si eran enterrados cerca del lugar de la llegada del Mesías, tenían garantizada su resurrección. Esto sucedía incluso a pesar de que Jesús, el Mesías, había llegado al mundo 2000 años atrás y le había prometido la resurrección a todos aquellos que en Él creyeran.
El funeral judío
En la época de Jesús los judíos vivían en una zona montañosa. Por eso, a menudo usaban cuevas como tumbas.
Para aquella época el papel del hombre y la mujer estaban muy bien delimitados. El día de la muerte de una persona, los hombres estaban a cargo de llevar el cuerpo a la tumba junto a un grupo de personas, mujeres y músicos que lamentaban la pérdida. Una vez que colocaban el cuerpo en la tumba, las mujeres era las responsables de ponerles aceite y perfume, y envolver el cuerpo con una tela. El aceite y perfume eran para reducir el mal olor que producía el cadáver.
Luego, colocaban una roca grande y redonda para tapar la entrada de la tumba para evitar que los ladrones entraran y se llevaran objetos de valor. Después sellaban la entrada con caliza para indicar que era una tumba nueva, donde un cadáver comenzaba a descomponerse. Jesús se refería a esto cuando les dijo a los fariseos que eran como tumbas pintadas de blanco.
“27 [É] Son como una tumba pintada de blanco, que por fuera se ve limpia, pero que por dentro está llena de huesos y de suciedad.”
Mateo 23:27
El entierro de Jesús
Jesús fue crucificado un viernes a las 9 de la mañana y falleció a las 3 de la tarde. El día de descanso de los judíos que comenzaba al rededor del atardecer (a eso de las 5 P.M.) era justo antes de la muerte de Jesús. Como ellos no podían hacer ningún trabajo ese día, tenían que terminar el entierro rápidamente antes de que comenzara el día de descanso.
José de Arimatea fue a pedirle valientemente el cuerpo de Jesús a Poncio Pilato y lo llevó a la tumba que tenía preparada. Pronto, comenzaría el día de descanso y las mujeres tuvieron que dejar de trabajar para preparar el aceite y el perfume para Jesús porque si no lo hacían, sería una violación de la ley del día de descanso.
“55 Las mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea fueron con José a la tumba, y vieron cómo colocaban el cuerpo de Jesús. 56 Luego regresaron a su casa y prepararon perfumes para ponérselos al cuerpo de Jesús. Pero tuvieron que descansar el día sábado, tal como lo ordenaba la ley de Moisés.” – Lucas 23:55-56
A penas terminó el día de descanso, las mujeres fueron a la tumba para colocarle perfume y aceite al cuerpo de Jesús. Allí fueron testigos de Su resurrección por primera vez. Las mujeres fueron las únicas testigos de ese momento clave que fue la resurrección de Jesús por la escrita ley judía que no permitía hombres allí.
¿No es interesante aprender cuán diferentes eran los entierros a comparación de ahora? Nuestro próximo destino es el monte Carmelo. Aprenderemos más historias de los lugares de la Biblia. ¡Cuídense!
(Los devocionales que te ayudarán a profundizar en tu relación con Dios están aquí)
Gracias por realizar este tipo de enseñanzas, me ayuda mucho. Me gusta porque es muy claro y sencillo pero, además inspira a aprender más de la Palabra.
¡Bendiciones!